Bienestar psicológico y satisfacción sexual en personas de 40 a 70 años de edad.

Psychological well-being and sexual satisfaction in people aged 40 to 70


Satisfação psicológica e sexual em pessoas com idade bem-estar 40 a 70 anos de idade.

DOI: http://dx.doi.org/10.23913/ricsh.v6i11.115
Gabriela Isabel Pérez Aranda
Universidad Autónoma de Campeche
gaiperez@hotmail.com

Sinuhé Estrada Carmona
Universidad Autónoma de Campeche
sinuhee@hotmail.com

Luz Virginia Pacheco Quijano
Universidad Autónoma de Campeche
lvpacheco@hotmail.com

Liliana García Reyes
Universidad Autónoma de Campeche
psic_liligarcrey@yahoo.com.mx

Miguel Ángel Tuz Sierra
Universidad Autónoma de Campeche
miantusi@hotmail.com

 

Resumen

El objetivo del estudio fue identificar las diferencias en la Satisfacción Sexual (SS) y el Bienestar Psicológico (BP) en personas de 40 a 70 años de edad, así como la relación entre ambas variables. La muestra fue de 300 personas, 150 hombres y 150 mujeres, que conformaron 150 parejas divididas en tres grupos distribuidos de la siguiente manera: G1, personas de 40 a 49 años (n=100); G2, personas de 50 y 59 años (n=100) y G3, personas de 60 y 69 años (n=100).
Se  uso una ficha de identificación, el Inventario de Satisfacción Sexual  (Álvarez-Gayou, 2004), y la Escala de Bienestar Psicológico (Sánchez-Canóvas, 2002).
Los resultados obtenidos describen diferencias significativas (p ≤ .05) en algunos factores del Bienestar Psicológico y en la satisfacción sexual entre los grupos. Al mismo tiempo se identificaron correlaciones fuertes y moderadas entre las variables.

Palabras clave: satisfacción sexual, bienestar psicológico, adultos mayores, parejas.

Abstract
The objective of the study was to identify differences in Sexual Satisfaction (SS) and Psychological Well-being (BP by its name in Spanish) in people 40 to 70 years of age, as well as the relationship between the two variables. The sample was 300 people, 150 men and 150 women, who formed 150 couples divided into three groups, distributed as follows: G1, persons aged 40 to 49 years (n = 100); G2, people from 50 to 59 years (n = 100) and G3, people of 60 and 69 years of age (n = 100).
Using a card of identification, inventory of Sexual satisfaction (Alvarez-Gayou, 2004), and the scale of psychological well-being (Sánchez-Cánovas, 2002).
The results described significant differences (p ≤ 0.05) on some factors of the psychological well-being and sexual satisfaction among stakeholders. At the same time, moderate and strong correlations between the variables were identified.

Key words: sexual satisfaction, psychological well-being, older adults, couples.

Resumo
O objectivo do estudo foi identificar diferenças na satisfação sexual (SS) e o bem-estar psicológico (BP) em pessoas de 40 a 70 anos de idade, e a relação entre as duas variáveis. A amostra consistiu em 300 pessoas, 150 homens e 150 mulheres, que constituída por 150 pares divididos em três grupos distribuídos como se segue: G1, pessoas com idades compreendidas entre 40 a 49 anos (n = 100); G2, as pessoas 50 e 59 anos (n = 100) e G3, idade 60 a 69 anos (n = 100).
foi utilizada uma ficha de identificação, satisfação sexual Inventory (Alvarez-Gayou, 2004) e bem-estar psicológico Scale (Sánchez-Cánovas, 2002).
Os resultados descrever diferenças significativas (p ≤ 0,05) em alguns factores de bem-estar psicológico e satisfação sexual entre os grupos. Ao mesmo tempo, foram identificadas as correlações fortes e moderadas entre variáveis.

Palavras-chave: satisfação sexual, bem-estar psicológico, idosos, casais.

Fecha Recepción:     Junio 2016     Fecha Aceptación: Diciembre 2016


Introducción

A finales del siglo pasado hablar de la sexualidad en personas mayores de 40 años era casi imposible, ya que existían pocas investigaciones al respecto y la expectativa de vida de un ser humano era muy inferior al de la actualidad.
La sexualidad implica mucho más que las actividades y el placer del aparato genital; implica analizar todos los factores alrededor de esta, tales como la edad, la calidad de vida, los factores biológicos, psicológicos y médicos, los factores materiales, laborales, afectivos y emocionales.
El bienestar psicológico, entendido como el sentir positivo y el pensar constructivo del ser humano acerca de sí mismo, así como la Satisfacción Sexual, comprendida como el cumplimiento de un deseo erótico, sosiego de un sentimiento, sentir de gozo y amor, son factores fundamentales para el desarrollo pleno de las últimas etapas de la vida de todo ser humano.
Aparicio (2002) señala que la madurez es definida como una etapa de transición del adulto medio hacia la etapa del adulto mayor, en una edad cronológica que oscila entre los 40 y 60 años. En la mujer está marcando la culminación de la etapa reproductiva de su ciclo sexual (menopausia), y en el hombre su reproductividad está decayendo paulatinamente.
Diversos autores (Dulcey y Uribe, 2002: McCary, 1999; Cagnon, 1980; Stassen y Thompson, 2001; Lefrancois, 2001; Craig y Baucum, 2001; Reinisch y Beasley, 1992; Rena, 2005; Valli, 1988) coinciden en que a partir de los 40 años las personas comienzan a experimentar cambios tanto físicos como psicológico-afectivos que modifican la sexualidad, al mismo tiempo es una etapa de logros y de metas alcanzadas (Carretero, Palacios y Marchesia, 1985).
En el siglo XX, hablar de actividad sexual en individuos entre 40 y 60 años hubiese sido algo insólito, no solo porque la gente vivía menos tiempo, sino por los motivos culturales, lo cual hacía difícil hablar del tema. En el siglo XXI, la situación ha cambiado, ya que hay disponible una amplia información sexual, avances médicos y tratamientos que permiten prolongar la vida más allá de los 70 años, de esta forma en el periodo de la madurez también se ha extendido el poder mantener relaciones eróticas (Cárdenas, 2003).
Al mismo tiempo, López (1983) comenta que no es de extrañarse que en nuestra época, así como en otros momentos, se haya establecido como tabú que el sexo solo les corresponde a los jóvenes. Sin embargo, la sexualidad es importante para el bienestar y la calidad de vida de personas mayores y, por lo tanto, debe ser tomada en cuenta por profesionales de la salud (Muñoz, 2000; Papalia, Wenkos y Duskin, 2001; Pérez, 2002; Cárdenas, 2003).
Según Sahagún (1993), los instintos humanos, en particular los sexuales, tienen gran flexibilidad, es decir, existen varias maneras de satisfacerlos, como la masturbación o la elección rápida o permanente de pareja.
Diversos autores señalan que el concepto de satisfacción sexual tiene múltiples significados y dimensiones, entre los cuales se encuentran: el cumplimiento de un deseo erótico, sosegar un sentimiento, sentirse complacido y amado (Aparicio, 2002); en las parejas con el paso de los años disminuye la frecuencia de los encuentros sexuales, sin embargo, aumenta la sensación de satisfacción en cada encuentro (Rosenzvaig, 1999); para Blasco (1994) incluye un ensayo de juegos, caricias y contacto con el cuerpo que permite conocer los mecanismos íntimos del placer de cada individuo. Algunos hombres disfrutan de la desnudez completa de sus mujeres durante los actos sexuales preliminares y durante el coito, mientras que otros prefieren que sus mujeres se vistan de una manera especial, quizás con algún fondo, pantaleta especial o sostén, con la finalidad de incrementar su excitación sexual y satisfacción (McCary, 1999). Para Reyes, Díaz y Rivera (1998), la sexualidad abarca diversos agentes tales como: seducción, placer, pasión, estimulación, cariño, etcétera. Para poder explicarla, sin embargo, también es ineludible hablar del tema que se da en el acto sexual de la pareja, es decir, lo que produce satisfacción antes, durante y después de las relaciones sexuales, y los factores que influyen en ello. Para que los hombres y las mujeres puedan conservar una buena salud sexual, se recomienda que mantengan una condición física razonable, en especial del sistema cardiovascular, mediante la realización de ejercicios, caminatas, yoga, etcétera, y que mantengan un peso corporal normal pues el sobrepeso obstaculiza la realización del acto sexual (Cagnon, 1980).
Llegar a los 40 o 50 años no significa que las relaciones sexuales se extingan, por el contrario, en esta etapa de la vida existe la ventaja de que el acto sexual puede tornarse mucho más intenso; tal vez se tengan relaciones una o dos veces a la semana, pero serán de mejor calidad.
Cárdenas (2003) menciona que cuando la mujer llega a los 40 y la menstruación ha cesado, ya no corre el peligro de quedar embarazada, por lo que ella y su hombre podrían permitirse conocer, averiguar y disfrutar todo lo que no han experimentado, sobre todo si están en pareja. Si la relación se ha vuelto aburrida y rutinaria, es necesario que algún miembro de la pareja haga uso de su imaginación y realice algunas técnicas como: idear nuevas posiciones o caricias, ver películas con sexo, escaparse de fin de semana o quizás emplear algún juguete sexual.
García y González (2000) mencionan que el estudio del bienestar humano es, sin duda, un tema complejo sobre el que los científicos sociales no llegan a un consenso. La falta de acuerdo en su delimitación conceptual se debe, entre otras razones, a la complejidad de su estudio, determinada en mucho por su carácter temporal y su naturaleza plurideterminada en la que intervienen factores objetivos y subjetivos. En torno al bienestar humano existe una variedad de enfoques, lo que no ha permitido llegar a un consenso en cuanto a su conceptualización y medición. Uno de los componentes esenciales del bienestar es la satisfacción personal con la vida. Esa satisfacción surge a partir del intercambio entre el individuo y su entorno micro y macrosocial, con sus elementos actuales e históricos, donde se incluyen las condiciones objetivas materiales y sociales que ofrecen al hombre determinadas oportunidades para su realización personal.
Dienner (2000, en Cuadra, 2003) menciona que el bienestar psicológico es lo que las personas piensan y sienten acerca de sus vidas, así como las soluciones cognoscitivas y afectivas que alcanzan cuando evalúan su existencia.
Por otra parte, Suh, Lucas y Smith (1999, en Cuadra, 2003) afirman que el bienestar psicológico es un sitio de beneficio científico y no una estructura especifica que contiene las respuestas emocionales de las personas, satisfacciones de dominio y los juicios globales de satisfacción de vida.
Diener, Suh y Oishi (1997, en Figueroa, Contini, Lacunza, Levín y Estévez,  2005) manifestaron que durante mucho tiempo se creyó que el bienestar psicológico estaba relacionado sólo con variables objetivas como la apariencia física y la inteligencia, pero hoy se sabe que está más vinculado con otras de nivel individual y subjetivo.
Asimismo, diferentes estudios han resaltado que aquellos individuos más felices y satisfechos sufren menos malestar, tienen mejores apreciaciones personales, un mejor dominio del entorno y un manejo de los vínculos interpersonales más saludable (Veenhoven, 1991, 1995; Ryff, 1989; Ryff y Keyes, 1995; Argyle y Martín, 1987, en Figueroa et al., 2005).
Por lo tanto, el bienestar psicológico es un concepto complejo que ha sido utilizado de manera imprecisa en relación con otros, como satisfacción vitaly calidad de vida. Horley y Little (1985, en Figueroa et al., 2005) diferencian el bienestar psicológico, definiéndolo como percepción subjetiva, estado o sentimiento positivo; la satisfacción es entendida como la gratificación proporcionada por los proyectos personales; mientras que la calidad de vida es el grado en que esta es percibida favorablemente. Piensan que se puede evaluar el bienestar psicológico a través de varios de sus componentes, afectos y cognición, los cuales tienen que ser examinados en diferentes contextos tales como familia y trabajo.
Para Diener (1994, en Figueroa et al., 2005), la definición de bienestar está relacionada con su medición. Reconoce tres características: subjetividad; presencia de indicadores positivos, y no solo la ausencia de factores negativos; y una valoración global de la vida.
Un alto bienestar depende de una apreciación positiva de aquella que permanece a lo largo del tiempo, y el bajo bienestar depende del desajuste entre expectativas y logros.
El bienestar psicológico se presenta como un concepto multidimensional (Ryff y Keyes, 1995, en Figueroa et al., 2005). Ryff consiguió identificar en sus investigaciones seis dimensiones del bienestar psicológico: a) una apreciación positiva de sí mismo (autoaceptación); b) capacidad para controlar en forma efectiva el medio y la propia vida (dominio); c) capacidad para manejar con eficiencia los vínculos personales (afectos positivos); d) la creencia de que la vida tiene propósito y significado (desarrollo personal); e) sentimientos positivos hacia el crecimiento y la madurez (autonomía); e) sentido de autodeterminación.
Diener, Suh, Lucas y Smith (1999, en Cuadra, 2003) manifiestan que hay diferentes áreas del bienestar psicológico, el primero es el bienestar subjetivo, el cual se refiere a que cuando la persona es feliz se muestra jovial, saludable, extrovertida, optimista, libre, religiosa, con alta autoestima, moral y con una extensa gama de niveles de inteligencia; este bienestar subjetivo se centra en los aspectos afectivo y emocional.
Anguas y Reyes (1998) afirman que el bienestar subjetivo es una de las metas primordiales de la sociedad occidental de nuestro tiempo. Las personas, a nivel individual, tratan de moldear su vida de forma tal que puedan disfrutarla plenamente. La creencia de que se puede gozar de un mayor bienestar tiene su origen en la visión humanística del hombre. Este punto de vista es aún la base ideológica de los estados de bienestar social del siglo XX, en los que se espera que las reformas sociales guiadas por la investigación científica tengan como consecuencia una sociedad mejor y mayor bienestar.
Lazarus y Folkman (1986, en Valenzuela y Díaz, 1996) manifiestan que se entenderá por evaluación  del bienestar subjetivo a la relación entre las expectativas y los resultados obtenidos, es decir, las personas se encontrarán satisfechas consigo mismas y con sus logros en la medida que estos excedan lo que pensaban lograr y se sentirán frustradas cuando tales logros no alcancen lo que habían planeado.
El concepto de bienestar subjetivo ha sido descrito principalmente a través de tres dimensiones de cambio en la sociedad: a) crecimiento humano interpersonal, que resalta los mecanismos sociales para maximizar el bienestar humano; b) protección de la calidad del medio ambiente, que se refiere a conservar el balance ecológico natural y la integridad de las biosfera con los cambios interpersonales; c) crecimiento económico técnico, incluyendo los cambios económico-técnicos (Mookherjee, 1992, en Valenzuela y Díaz, 1996).
Seidlitz y Diener (1993, en Valenzuela y Díaz, 1996) plantean dos componentes más para el bienestar subjetivo, la felicidad o estado de ánimo y la satisfacción con la vida: dado que para las personas una evaluación de la calidad de vida en términos cognitivos puede ser menos relevante que lo que sienten en un momento particular en el tiempo.
Mookherjee (1992, en Valenzuela y Díaz, 1996) halló que las variables de importancia para la evaluación del bienestar subjetivo fueron la raza, el estado civil, la educación y el estatus financiero. Siendo estas también predictivas, exceptuando el estatus financiero; mientras que género, residencia a los 16 años y el lugar de residencia actual no resultaron significativas.
Por otro lado, Ellison (1991, en Valenzuela y Díaz  1996) señala una relación positiva entre las creencias religiosas y las percepciones de bienestar, señalando que las personas no tradicionales reportan mucho menos satisfacción con la vida que los individuos que están afiliados a alguna creencia religiosa.
Además, diversas investigaciones sobre las diferencias entre sexo y bienestar subjetivo son contradictorias. Por una parte, las mujeres reportan insatisfacción con la vida más frecuentemente que los hombres; mientras que en otros estudios, por el contrario, son ellas las más satisfechas (Wood et al., 1989; Fujita, Diener y Sándwich, 1991, en Valenzuela y Díaz, 1996).
García y González (2000) señalan que el bienestar subjetivo forma parte de la salud en su sentido más general y que se manifiesta en todas las esferas de la actividad humana. Es de todos conocido que cuando una persona se siente bien es más productiva, sociable y creativa, posee una proyección de futuro positiva, infunde felicidad y la felicidad implica capacidad de amar, trabajar, relacionarse socialmente y controlar el medio (Taylor, 1991, en García y González, 2000).
El bienestar subjetivo es parte integrante de la calidad de vida con carácter temporal y plurideterminado. Algunos autores defienden la medición del bienestar mediante sus diferentes componentes, o sea, la satisfacción por áreas más que mediante una medición única del bienestar subjetivo, mientras que otros plantean una valoración global (Skin y Johnson, 1978, en García y González, 2000).
Según Warr (1990, en García y González, 2000), otros autores han considerado el bienestar subjetivo como expresión de la afectividad.
Por otra parte, para Lawton (1972, en García y González, 2000), el bienestar es percibido como una valoración cognitiva, como la evaluación de la congruencia entre las metas deseadas y las obtenidas en la vida, mientras que Diener, Suh y Shigehiro (1997, en García y González, 2000) ofrecen una concepción más integradora del bienestar subjetivo considerándolo como la evaluación que hacen las personas de su vida, que incluye tanto juicios cognitivos como reacciones afectivas (estados de ánimo y emociones).
La palabra bienestar lleva implícita la experiencia personal, y por tanto hablar de bienestar subjetivo puede considerarse una redundancia. Existe una íntima relación de lo afectivo y lo cognitivo, por lo que el bienestar es determinado por la mayoría de los autores como la valoración subjetiva que enuncia la satisfacción de las personas y su grado de complacencia con aspectos específicos o globales de su vida, en los que prevalecen los estados de ánimo positivos.
El bienestar subjetivo destaca un carácter vivencial en su sentido más amplio, aunque resulta imprescindible esclarecer su vínculo con otras categorías de carácter más social.
El vocablo bienestar psicológico ha sido utilizado como sinónimo de bienestar subjetivo; de hecho, ambos términos están estrechamente relacionados. El bienestar psicológico puede ser considerado como la parte del bienestar que compone el nivel psicológico, siendo el bienestar general o bienestar subjetivo el que está compuesto por otras influencias, por ejemplo, la satisfacción de necesidades fisiológicas.
Después está el área de bienestar material, el cual Sánchez (1998) manifiesta que se basa en los ingresos económicos, recursos materiales  y otros índices semejantes. Por lo tanto, en la pareja el dinero es más que un asunto administrativo, pues lleva implícito el estatus que tendrán en la sociedad en la que se desenvuelven.
El bienestar material se refiere a los intereses personales de la pareja, al poder de cada uno de sus integrantes, cómo circula y se distribuye lo material en la relación.
Por otra parte, el bienestar laboral tiene una estrecha relación con la satisfacción general, unida a la del matrimonio y la familia. Durante largo tiempo, los estereotipos de la mujer fueron: el lugar de la mujer está en el hogar y su destino es la maternidad, pero dicha percepción equivocada han estado cambiando para dar paso a un nuevo desarrollo; asimismo, los cambios en los roles de la mujer también demandan cambios en los del hombre.
Por último, se tiene el área de las relaciones con la pareja, donde las relaciones satisfactorias con los miembros de una pareja es uno de los componentes principales del bienestar general de la felicidad. En las relaciones de pareja surgen diferentes conflictos debido a que son dos seres distintos, hombre y mujer, que se complementan mutuamente, por lo cual deben hacer varios pactos, necesarios en cualquier relación entre personas que coexisten en íntima asociación. Por tanto, debe haber armonía entre estos dos mundos diferentes, así como apoyo mutuo para solucionar innumerables problemáticas de pareja, y de esa manera lograr bienestar como individuos, como pareja y como sociedad.

Método
La investigación realizada es no experimental y transversal porque los datos se recolectaron en un solo momento; el propósito de este diseño es describir variables y analizar su incidencia e interrelación en un momento dado; asimismo es correlacional porque describe la relación entre variables; y de corte descriptivo porque su objetivo es indagar la incidencia y los valores con las que se manifiestan las variables, así como ubicar, categorizar y proporcionar una visión de los grupos estudiados (Hernández, 2003).

Participantes

El estudio tuvo efecto en la Ciudad de San Francisco de Campeche.

Se trabajó con parejas en edad media de 40 a 59 años, y con parejas en edad tardía de 60 a 69 años. Dichas etapas de la vida se definieron de acuerdo a los estadios de Erik Erikson (Papalia et al., 2001).

El  criterio de inclusión de la selección de la muestra es:

La muestra fue no probabilística por conveniencia de 300 personas, 150 hombres y 150 mujeres, que conformaron 150 parejas divididas en tres grupos distribuidos de la siguiente manera:

Tabla 1. Distribución de la muestra por grado de estudios.

Grado de estudio

Total

Básico

95

Medio

80

Superior

45

Postgrado

30

Sin estudios

50

Total

300

 

 

 

 

Fuente: propia.

Instrumentos
Se utilizó una ficha de identificación para obtener los datos sociodemográficos de las parejas. Asimismo se utilizó el “Inventario de Satisfacción Sexual” de Álvarez-Gayou (2004) para evaluar la variable de satisfacción sexual, validado para muestras mexicanas, el cual consta de 40 ítems, entre los cuales los 10 primeros corresponden a datos personales y los 30 restantes hacen referencia a la satisfacción sexual en hombres y mujeres. Cada pregunta tiene cinco posibles respuestas (siempre, la mayoría de las veces, en ocasiones sí y otras no, pocas veces, y nunca) y es un inventario que se responde de manera anónima.

Además se recurrió a la “Escala de Bienestar Psicológico” de Sánchez- Canóvas (2002), con la finalidad de evaluar la variable de bienestar psicológico, la cual contiene datos generales para identificar al sujeto, con tres apartados: el primero se subdivide en otros dos: Bienestar Psicológico Subjetivo y Bienestar Material; el primero contiene 30 preguntas y el segundo 10. El segundo apartado que corresponde al bienestar laboral tiene 10 preguntas y, por último, el tercer apartado hace referencia a la relación de pareja y contiene 15 preguntas cuyo formato corresponde al sexo de la persona que lo llene y donde cada apartado tiene cinco posibles respuestas. 
Además, se utilizó el software de análisis de datos estadísticos SPSS v18.00.

Procedimiento
Se proporcionó un sobre a cada pareja, el cual contenía dos Fichas de Identificación, dos Inventarios de Satisfacción Sexual y dos Inventarios de Escala de Bienestar Psicológico; se les dieron las instrucciones de contestar los Inventarios por separado, primero el de Bienestar Psicológico, ya que su llenado debería ser inmediato, y luego el de Satisfacción Sexual, para que lo contestaran con la privacidad necesaria.
Los datos examinados para la investigación fueron los siguientes:

El análisis de estas variables fue realizado utilizando el Software de Análisis Estadístico SPSS v18.00

Resultados

Tabla 2. Medias por grupos de Satisfacción Sexual (SS), Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS), Bienestar Material (BM), Bienestar Laboral (BL), Bienestar de Relación de Pareja (BRP), y Bienestar Psicológico Total (BPT).

Grupos

SS

BPS

BM

BL

BRP

BPT

G1

121.89

115.00

38.42

40.61

62.61

256.56

G2

112.39

113.25

38.47

39.64

56.42

247.78

G3

113.72

119.75

43.58

41.28

52.33

256.94

Total

166.00

116.00

40.16

40.51

57.12

253.76

 

 

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

 Tabla 3. Medias por género de Satisfacción Sexual (SS), Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS), Bienestar Material (BM), Bienestar Laboral (BL), Bienestar de Relación de Pareja (BRP), y Bienestar Psicológico Total (BPT).

Grupos

SS

BPS

BM

BL

BRP

BPT

Mujeres

111.59

113.93

39.28

39.67

55.04

247.85

Hombres

120.41

118.07

41.04

41.35

59.20

259.67

 

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 4. Medias por grado de estudio de Satisfacción Sexual (SS), Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS), Bienestar Material (BM), Bienestar Laboral (BL), Bienestar de Relación de Pareja (BRP), y Bienestar Psicológico Total (BPT).

Grado de Estudios

SS

BPS

BM

BL

BRP

BPT

Básico

114.55

114.95

39.30

38.89

54.68

247.82

Medio

121.43

116.93

38.21

40.07

58.79

254.00

Superior

114.79

115.15

40.33

42.18

57.82

255.41

Posgrado

133.20

128.40

45.40

43.40

69.80

287.00

Sin estudios

107.50

116.67

45.50

40.17

56.00

258.33

Total

116.00

116.00

40.16

40.51

57.12

253.76

 

 

 

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 5. Análisis de Varianza (ANOVA), por Grupo de Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS).

 

 

Suma de Cuadrados

Grados de Libertad (gl)

Media Cuadrática

F

Sig.

BPS

Entre grupos

5578.722

2

2789.361

3.399

0.037

Dentro de grupos

86164.944

298

820.619

Total

91743.667

299

 

 

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 6. Diferencias entre grupos para Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS) (Tukey HSD y Scheffe)

 

G1 40 a 49 años

G2 50 a 59 años

G3 60 a 69 años

G1 40 a 49 años

 

 

 

G2 50 a 59 años

 

 

.038*

G3 60 a 69 años

 

 

 

 

 

 

* P<.05
Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 7. Análisis de Varianza (ANOVA), por Grupo de Bienestar Material (BM).

 

 

Suma de Cuadrados

Grados de Libertad (gl)

Media Cuadrática

F

Sig.

BPM

Entre grupos

7191.407

2

3595.704

4.553

0.013

Dentro de grupos

82916.694

298

789.683

Total

90108.102

299

 

 

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 8. Diferencias entre grupos para Bienestar Material (BM) (Tukey HSD y Scheffe).

 

G1 40 a 49 años

G2 50 a 59 años

G3 60 a 69 años

G1 40 a 49 años

 

 

.022*

G2 50 a 59 años

 

 

.035*

G3 60 a 69 años

 

 

 

 

 

 

*P<.05
Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 9. Análisis de Varianza (ANOVA), por Grupo de Bienestar de Relación de Pareja (BRP).

 

 

Suma de Cuadrados

Grados de Libertad (gl)

Media Cuadrática

F

Sig.

BPRP

Entre grupos

16396.130

2

8198.065

9.742

0.000

Dentro de grupos

88357.306

298

841.498

Total

104753.440

299

 

 

 


Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 10. Diferencias entre grupos para Bienestar de Relación de Pareja (BPRP) (Tukey HSD y Scheffe).

 

G1 40 a 49 años

G2 50 a 59 años

G3 60 a 69 años

G1 40 a 49 años

 

.026*

.000*

G2 50 a 59 años

 

 

 

G3 60 a 69 años

 

 

 

 

 

*P<.05
Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.


Tabla 11.
Análisis de varianza (ANOVA), de  Bienestar de Relación de Pareja (BRP) por Grado de Estudio.

 

 

Suma de Cuadrados

Grados de Libertad (gl)

Media Cuadrática

F

Sig.

BRP

Entre grupos

12178.120

4

3044.530

3.387

0.012

Dentro de grupos

92575.315

298

898.789

Total

104753.440

299

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 12. Diferencias entre Grupos de  Bienestar de Relación de Pareja (BRP) por Grado de Estudios (Tukey HSD y Scheffe).

 

Básico

Medio

Superior

Posgrado

Sin estudios

Básico

 

 

 

.006*

 

 

 

*P<.05
Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

Tabla 13. Correlaciones entre variables.

 

Tiem nov

Tiem v par

SS

BPS

BM

BL

BRP

BPT

Edad

.195*

.576**

-.208*

 

.196*

 

-.397**

 

Grado est

.231*

 

 

 

 

.202*

.239*

 

Tiempo c par

.245*

.877**

 

 

.243*

 

-.410**

 

Tiempo v par

 

 

-.225*

 

 

 

-.391**

 

SS

 

 

 

.461**

.277**

 

.491**

.517**

BPS

 

 

 

 

.668**

.435**

.362**

.878**

BM

 

 

 

 

 

.432**

.243*

.767**

BL

 

 

 

 

 

 

.266**

.547**

BRP

 

 

 

 

 

 

 

.608**

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: propia a partir del análisis del programa SPSS.

** = Correlación Fuerte
*  = Correlación Moderada
- *, -** = Correlación Inversa Proporcional

Discusión y conclusiones
De acuerdo a los resultados obtenidos en la investigación, se encontró que las parejas en edad adulta tardía (grupo 3) poseen un mayor Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS) y Bienestar Material (BM), en comparación con las parejas en edad adulta media (grupos 1 y 2);  al respecto, Diener, Suh, Lucas y Smith (1999, en Cuadra, 2003) manifiestan que el bienestar subjetivo se refiere a que cuando la persona es feliz se muestra jovial, saludable, extrovertida, optimista, libre, religiosa, con alta autoestima, moral de trabajo y con una extensa gama de niveles de inteligencia; Lazarus y Folkman (1986, en Valenzuela y Díaz, 1996) afirman que el bienestar subjetivo es la relación entre las expectativas y los resultados obtenidos; también, García y González (2000) señalan que el bienestar subjetivo es parte de la salud en su sentido más general y se manifiesta en todas las esferas de la actividad humana. Sin duda, todo esto es posible ya que tienen un alto Bienestar Material, el cual se basa en los ingresos económicos, recursos materiales  y otros índices semejantes, según lo señala Sánchez (1998). Por otra parte, las parejas en edad adulta media (G1) poseen un mayor Bienestar de Relación de Pareja (BRP) en comparación con las parejas en edad adulta media (G2) y tardía (G3). Cabe señalar que el G2 es clasificado como parejas en edad adulta media pero en etapa de transición, y al entrar en esta etapa de su vida lo hacen con temor y preocupaciones acerca de su nuevo papel: “ser viejos”; esto puede explicar que las personas del G1 tienen mayor Bienestar de Relación de Pareja (BRP), en comparación con los G2 y G3. Por su parte, Flores, Ramírez, Díaz, Rivera y Cortés (1998) argumentan que existen factores que afectan la preparación y satisfacción dentro de la relación de pareja. Históricamente, la mujer ha sido marginada a las labores del hogar, a los hijos y a la satisfacción de las necesidades del esposo antes que de las propias, y también se le ha conferido un segundo plano respecto a la adquisición de información sobre sexualidad, limitando mucho su satisfacción sexual.
Martínez (2004) menciona que con respecto a los efectos de la edad y la escolaridad, se ha encontrado que a mayor nivel de escolaridad en las parejas estas se sienten más satisfechas en la relación, lo cual se puede explicar porque se comunican más, tienen más compromiso, un modo de pensar más amplio, conviven más, etcétera. Lo anterior confirma los hallazgos ya que los profesionistas obtuvieron medias significativamente altas en los factores físico-sexual y apoyo en comparación con los no profesionistas, lo cual lleva a pensar que la participación del hombre y la mujer en la vida productiva y la ayuda que ambos pueden aportar a su relación desde el nivel económico, la organización familiar, la expresión de afecto, comprensión y ayuda, estarán influyendo consideradamente en su grado de satisfacción. Otros autores mencionan que las mujeres con menor escolaridad se adjudican más aspectos de sumisión y abnegación, en cambio la mujer con mayor escolaridad se relaciona con mayor autonomía con su pareja, es decir, representa un rol menos pasivo y con la capacidad de buscar que el cónyuge la apoye, comprenda y sea sensible a sus emociones (Cortés, Reyes, Díaz Living, Rivera y Monjaraz, 1994, en Martínez, 2004).
Por otro lado, el Bienestar de Relación de Pareja (BRP) por Grado de Estudio es mayor en el nivel de Posgrado en comparación con el nivel básico; existe una correlación moderada con el Tiempo de Noviazgo, Bienestar Laboral (BL) y Bienestar de Relación de Pareja (BRP). Es decir, las personas con nivel de estudios medio-superior reportaron bienestar significativo en pareja no sólo en la parte sexual, sino también en su trabajo, economía y demás factores que resultaron en un alto BRP.
Según McCary (1999), los jóvenes piensan que los ancianos aborrecen el cuerpo envejecido de su cónyuge así como el suyo y que, por lo tanto, evitan el contacto físico con su pareja.
De acuerdo a las correlaciones entre variables, se pudo observar una correlación moderada con el Tiempo de Noviazgo y Bienestar Material (BM); y una correlación inversa con la Satisfacción Sexual (SS) y menor Bienestar de Relación de Pareja (BRP). Asimismo, a mayor tiempo de vivir con la pareja, hay también una correlación inversa con la SS y con el BRP.
Según Cagnon (1980), entre las mujeres se empiezan a manifestar cambios biológicos que inician desde los 45 a los 50 años y duran hasta los 55 años, indicando que la reproducción se ha terminado (menopausia); mientras en los hombres no existe un conjunto de cambios biológicos, aunque sí probables crisis psicosexuales.
Brayshaw (1962, en Reyes, Cortés, Díaz y Rivera, 1996) indica que la satisfacción sexual en la relación de pareja ha sido estudiada como un factor integrante de escalas sobre la interacción de pareja. Algunas de las razones para el decremento de la sexualidad son la edad y la cantidad de años en la relación; aparece un decremento en el valor que se da a la relación sexual con el paso del tiempo, ya que deja de ser primordial en el ajuste marital. Otra explicación se hace en términos de atracción y apego; Troll y Smith (1976, en Reyes et al., 1996) postulan que al principio de la relación, la atracción es alta y el apego bajo, pero que con el paso de los años la atracción se reduce al disminuir la novedad de la relación y, de igual manera, el apego se incrementa. Incluso se ha reportado una relación negativa entre el aburrimiento en el área sexual y el número de veces que se tienen relaciones sexuales con la misma persona (Lee y Casebier, 1971 en Reyes et al., 1996), así como una reducción en la pasión (Bradwick, 1979 en Reyes et al., 1996). Por su parte, Silny (1980, en Reyes, 1996) encontró que el aburrimiento sexual es citado habitualmente más por hombres que por mujeres como motivo de fracaso marital.
Pero aún cuando todos los factores antes señalados disminuyen la Satisfacción Sexual (SS) y, por tanto, el Bienestar de Relación de Pareja (BRP), Pérez (2002) señala que en el transcurso de la senectud la sexualidad adquiere un papel importante, a pesar de la falta de oportunidades para ejercerla y la marcada discriminación, ya que mientras las personas de esta edad mantengan buena salud no hay inconveniente para que el interés y las prácticas sexuales desaparezcan. Es cierto que durante el envejecimiento se producen algunos cambios en la fisiología sexual, donde destaca principalmente una mayor lentitud y menor intensidad en la respuesta sexual, pero ello no constituye impedimento alguno para la actividad sexual. Sin embargo, en muchas de estas parejas, el hecho de no tener relaciones sexuales frecuentemente no significa que estén insatisfechas, sino que sus esporádicos encuentros son más intensos y más placenteros.
También de acuerdo a las correlaciones entre variables, se encontró que a mayor Satisfacción Sexual (SS) existe una fuerte correlación con Bienestar Psicológico Subjetivo (BPS), Bienestar Material (BM), Bienestar de Relación de Pareja (BRP) y Bienestar Psicológico Total (BPT); estos datos nos dejan muy clara la relación estrecha que existe entre cada uno de los factores analizados, sin uno de ellos, el otro no se da o no se logra con la misma intensidad que con todos. Es decir, la Satisfacción Sexual no es la simple satisfacción del deseo sexual, entendido como el contacto de los genitales y el orgasmo, sino que es un concepto mucho más complejo, que involucra una gran cantidad de factores, que a su vez incluyen otros que podrían pasar desapercibidos pero que no por ello son de menor importancia, pues al conjugarlos forman parte de un todo que nos permite tener Binestar Psicológico.

Al respecto, García y González (2000) afirman que el bienestar es una experiencia humana vinculada al presente, pero también con proyección al futuro, pues se produce justamente por el logro de bienes. Es en este sentido que el bienestar surge del balance entre las expectativas (proyección de futuro) y los logros (valoración del presente), lo que muchos autores llaman satisfacción en las áreas de mayor interés para el ser humano: el trabajo, la familia, la salud, las condiciones materiales de vida, las relaciones interpersonales, y las relaciones sexuales y afectivas con la pareja. Esa satisfacción con la vida surge como punto de partida de una transacción entre el individuo y su entorno micro y macrosocial, donde se incluyen las condiciones objetivas materiales y sociales que brindan al hombre determinadas oportunidades para su realización personal.

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